Desde los propios orígenes del desarrollo humano, cada invento, cada obra supuestamente original, tiene su base en descubrimientos y avances de la ciencia, expresiones culturales que le precedieron, desde el alfabeto, los sistemas numéricos, los primeros cantos de trabajo. De haber existido leyes de apropiación desde los orígenes de la humanidad, nunca hubiera sido posible llegar hasta hoy.
La noticia sobre el veredicto final del caso en el que está involucrado el escritor paraguayo Nelson Aguilera, quien es acusado por su colega María Eugenia Garay de plagio, hizo que todos en Paraguay reaccionemos, no solo por el trafico de influencia que hubo en el caso, tampoco por las argumentaciones rancias y vetusta del perito mercantil (?) que la Fiscalía utilizó para acusar.
Sino porque reconocemos que todos bebemos de la misma fuente del patrimonio de la humanidad que es el conocimiento y la cultura universal que siempre fue libre, un mosaico diverso, enriquecido por miles y millones de seres humanos, de generación tras generación.
NO QUIERO QUE POR COPIAR MIS OBRAS “ORIGINALES” ALGUIEN VAYA A LA CÁRCEL. (yo también hago copy paste)
Por lo que no permitamos que exista en ningún sentido persecuciones ni antecedentes en Paraguay de este tipo que sancionen a cualquier persona que “afecten” los derechos de autor del “creador” de la obra, que de alguna otra forma este creador se nutrió de lo que le rodea (historias, gente, coyuntura, bienes, ideas, cultura, conocimiento) porque toda obra supuestamente original deviene indefectiblemente de una obra precedente, o vamos a creer que la Sra Maria Eugenia Garay construyó esta historia de la nada, que solo ella se pudo haber imaginado en el planeta tierra que “la campana de la catedral anuncia el triunfo…” hasta el idioma que escribió el texto Nelson copió, ¿Perdón, cómo se aprende un idioma?.
Por lo que nuestro aporte para solidarizarnos con Nelson es revisar el alcance y los limites de las sanciones penales sobre los aspectos de Propiedad Intelectual y las leyes de Propiedad Intelectual. Este sistema debe apuntar a un equilibrio normativo entre autores, industrias y el público.
No olvidemos que las leyes tienen una estructura clasista, donde la norma se fija de acuerdo a la correlación de fuerza de intereses concretos, por lo que sabemos a quienes favorecen estas leyes y a quienes se castiga tales conductas. Así que nos engañemos por los matices “técnicos” y “apolíticos” de estas leyes de discurso que “apoyan a la cultura”.
Un “Peamoa” que quiere registrase en las oficinas de la Dirección de Propiedad Intelectual, que en mi opinión es atentado al acervo colectivo y lingüístico. Un exceso por parte de los herederos de Mangoré porque quieren recaudar de forma desesperada fondos por las reinterpretaciones de otros músicos de una obra que pasa a dominio público. Hay injusticias muy graves como la de Nelson, por ejemplo cada vez que uno ve una película de cualquier nacionalidad, salen advertencias en muchos idiomas de que es un delito copiar, o descargar una música de Internet es “un robo”, nadie dice a quienes protege esta ley, y por qué se castiga. En nombre del derecho de autor, existen ampliaciones de criterios al concepto de piratería, aumentos de penas para “defender” la cultura, que a mi parecer no buscan realmente elevar el estándar de acceso al conocimiento y a la cultura.
Pero debo reconocer, aunque que estos intereses permanecen, el escenario ha cambiado, todos los que habitamos este pequeño país del sur que hablamos también guaraní, donde reconocemos y heredamos este derecho cultural de este pueblo originario, estamos tomando conciencia de la importancia de los derechos humanos en estos aspectos, defendemos el dominio público, tomamos conciencia de lo que es acceso al conocimiento (open access) revaloramos la cultura libre; aunque de manera tímida (solo en las redes sociales), pero es un buen comienzo.
Estamos contigo Nelson! y Queremos la reforma de la ley de derecho de autor ya!