El anuncio inminente de modificaciones en los términos y condiciones (TyC) y políticas de privacidad de WhatsApp – sin ofrecer medidas sustitutivas e imponiendo fechas tope para aceptar los cambios o renunciar a funcionalidades de la aplicación de mensajería– generó una auténtica respuesta coordinada por parte de la sociedad civil a nivel local, regional e internacional.
De lo local a lo global
Desde TEDIC, intentamos comprender desde un inicio el impacto que los cambios en TyC y políticas de privacidad podrían ocasionar a personas usuarias en nuestro país. Esto fue posteriormente escalado a nivel regional y global.
En un primer momento,manifestamos una serie de preocupaciones sobre el alcance de las modificaciones. Presentamos argumentos entorno al alto grado de penetración de WhatsApp a nivel local; el cuasi inexistente marco legal en materia de protección de datos personales y prácticas corporativas locales que utilizan la aplicación para envío de datos sensibles, como importantes focos de atención para entender los riesgos y efectos desproporcionados de las modificaciones para la población paraguaya.
Posteriormente, en coordinación y escala regional, nos posicionamos junto a la Coalición ALSUR, visibilizando injusticias basadas en mayores garantías de protección de datos personales a usuarias del Norte versus Sur global, e instando a Facebook (empresa matriz de WhatsApp) a asumir mejores prácticas y ofrecer los estándares más altos de protección de datos personales a todas sus usuarias, independientemente de su situación geográfica.
Paralelo a todo lo anterior, organizaciones de la sociedad civil organizada formamos una alianza planetaria y nos unimos bajo la campaña global #StopFacebook#SaveWhatsApp Mediante el desarrollo de videos explicativos, flyers y entrevistas a diversos medios internacionales, la campaña buscó socializar mensajes visibilizando la concentración de mercado de Facebook y como esto afecta la libre competencia, dañando a usuarias de los diversos servicios que ofrece dicha empresa, y ejemplificando concretamente el caso de WhatsApp.
La campaña generó interesantes precedentes como el posicionamiento de autoridades de competencia y protección de datos personales en India, Brasil, Argentina y otros, que solicitaron el cese de las modificaciones por ser contrarias a normativas locales, invocando afectaciones en torno a la privacidad y seguridad de personas usuarias en sus jurisdicciones, y también abuso de posición dominante.
Además, si bien inicialmente WhatsApp estableció una fecha tope para que las personas aceptaran las modificaciones unilaterales, la presión global obligó en un primer momento a extender dicho plazo indefinidamente, y posteriormente, a anunciar que no limitaría las funcionalidades a aquellas personas que todavía no habían aceptado dichas modificaciones. Esto es una auténtica victoria que demuestra el poder de articulaciones globales con mensajes directos.
Sin embargo, debemos tener cuidado de no caer en una falsa sensación de triunfo permanente. Muy probablemente en lo que respecta a concentración de poder y mercado de plataformas tecnológicas, los desafíos e iniciativas peligrosas seguirán surgiendo. Ellas son un resultado natural de intereses económicos globales y accionistas que buscan el lucro de sus inversiones a costa de todo lo demás.
El camino a seguir.
La disputa por el ejercicio y respeto de los derechos humanos en el entorno digital continúa adquiriendo nuevas dimensiones, y requiere la máxima atención de organizaciones de derechos digitales y también de actores regulatorios tradicionales a nivel nacional e internacional.
La iniciativa de WhatsApp (y concretamente Facebook en su esfuerzo por sacar mayor rédito a su inversión en dicha aplicación de mensajería) dio lugar a un interesante ejercicio de convergencia entre disciplinas de derecho a la competencia, protección al consumidor y derechos humanos que todavía es bastante novedosa.
Sin embargo, esta convergencia y aprendizaje no deben parar aquí. Debe ser una invitación para que organizaciones de la sociedad civil, académicos y otros actores continuemos realizando estudios par a comprender como estas disciplinas están interconectadas, buscando así un mayor grado de protección de personas usuarias en el entorno online.
Por último, debemos apuntar también a fortalecer la manera en la cuál autoridades de competencia y defensa al consumidor comprenden las dinámicas de mercado del ámbito digital, y lograr así un mayor grado de rendición de cuentas y, allí donde fuera necesario, sanción de prácticas abusivas. WhatsApp es solo un ejemplo de muchos abusos que se vienen dando en dichos mercados. La lucha debe continuar.